José Bossellini
Licenciado en Comunicación Social. Redactor y traductor. Aprendí a escribir antes que a caminar. Especialista en cine y en NBA.+ info
El actual rey de España, Felipe VI, es un devoto de la cultura automotor. Gesto que comparte con sus progenitores Juan Carlos y Sofía, ellos también cultivaron un apego especial por los coches y todo lo que ellos simbólicamente contienen.
Los coches oficiales de la Casa Real, declarados ante el Ministerio de Hacienda, son 44. Se pueden encontrar en ella coches, furgonetas y hasta autobuses. Marcas como Mercedes-Benz, Nissan, Citroën, Ford y Alfa Romeo minan dicho “garaje”.
Ahora bien, hay uno que es realmente especial y merece detenernos para mirarlo más de cerca. Se trata del afamado Rolls-Royce Phantom IV. Este coche es realmente una gema de la industria automotor británica. Sin exageraciones, es un coche digno de museo, ya que se lo considera una pieza de arte.
Este coche es utilizado en eventos realmente importantes y solemnes: bodas, proclamaciones y ciertos desfiles patrios. Por ejemplo, en 2014 cuando fue la proclamación de Felipe, este Phantom fue quien lo trasportó.
Para tener dimensión, cuando este coche no se utiliza -a decir, casi siempre- está al resguardo en la Sala Histórica de la Guardia Real en El Pardo. Solo se fabricaron 18 unidades de este modelo, y ello sucedió solo entre 1950 y 1956. Todos predestinados a miembros de la realeza o a jefes de Estado.
Cuanta con un motor de 8 cilindros en línea de 5675 centímetros cúbicos, que le permite una potencia máxima de 165 CV. Nada mal para un coche pensado solo para desfiles o eventos de ceremonia.