Diward Leroy
Licenciado en Comunicación Social. Periodista con cinco años de experiencia en medios digitales. Amante de la velocidad y los motores, y tal como define el eslogan de BMX, + info
Cuando Alexandre Pato brilló con el Internacional de Porto Alegre en la final del Mundial de Clubes 2006 disputada en Yokohama, Japón, ante el FC Barcelona, el mundo lo sabía: había nacido una estrella. Un jovencísimo delantero con brotes de acné en el rostro que atestiguaban su niñez (16), hizo y deshizo a la defensa blaugrana para ayudar a su equipo a quedarse con el título.
Tras esa exhibición, los gigantes del fútbol europeo fueron tras sus pasos para hacerse con la nueva ‘joya’ del siempre fértil semillero del balompié brasileño. El AC Milán pagó 4 millones de euros por un jugador que aún “no estaba hecho”, sin embargo, al poco tiempo se empezarían a ver los réditos.
Con su pasaje al viejo continente llegaron los lujos y el dinero, dos armas cargadas para un joven nacido en Pato Branco, una ciudad brasileña en el sudoeste de Paraná de apenas 85 mil habitantes. Una de las primeras adquisiciones del delantero en el conjunto ‘rossoneri’ fue un exclusivo Ferrari 488 GTB de 740 mil dólares -no se asusten, no lo compró hasta cumplidos los 18 años.
Esta máquina de ‘Il Cavalino Rampante’ supuso un antes y un después para el fabricante italiano. Con el 488 se puso fin a los motores atmosféricos para dar paso a los motores V8 sobrealimentados. Este GTB también es considerado una actualización del Ferrari 458 Italia: más eficaz al manejo y mucho más rápido que su predecesor.
No obstante, y como dice el viejo dicho, “todo lo que sube, tiene que bajar”; la carrera de Pato entró en un espiral que lo llevó a jugar en la MLS en las filas del Orlando City. Mucho más maduro y con una familia que alimentar, el bueno de Alexandre dejó atrás su Ferrari para incorporar a su garaje una Range Rover Vogue de ‘apenas’ 350 mil dólares.